Cafetería Santa Rosa - Guadix, Granada

Carlos M.

En la oscura esquina de la estación de autobuses de Guadix, había un pequeño bar llamado "Cafetería Santa Rosa"
Era el tipo de lugar donde los viajeros perdidos y los locales olvidados se cruzaban bajo las luces parpadeantes y el constante rumor del tráfico.

Una noche, cuando la lluvia azotaba las ventanas, un borracho entró tambaleándose y se desplomó en un taburete cerca de la barra. Llevaba una chaqueta de cuero raída y una barba espesa. Nadie sabía su nombre, pero todos lo llamaban “El Lobo”. Era conocido por sus historias fantásticas y su propensión a las copas fuertes.

En un rincón del bar, una joven con una gabardina roja observaba con atención. Su nombre era Lucía y su corazón estaba roto por un amor perdido que no podía olvidar. Se refugiaba en
Cafetería Santa Rosa todas las noches, buscando entre los rostros una señal de esperanza.

Esa misma noche, un misterioso hombre con un sombrero de ala ancha entró al bar. Su rostro estaba en sombras, pero sus ojos brillaban con una intensidad inquietante. Se sentó junto a Lucía, quien sintió un escalofrío recorrer su espalda.

El Lobo, que ya estaba en su cuarta copa, comenzó a contar una historia. Habló de un tesoro escondido y un antiguo mapa que había encontrado en un barco naufragado. La historia capturó la atención de todos, incluso del hombre misterioso.

A medida que la noche avanzaba, el ambiente en el bar se volvió más denso. Lucía y el hombre de sombrero intercambiaron miradas, y en un momento de valentía, él se inclinó y susurró: “Ese mapa es real, y sé dónde encontrarlo.”

Lucía, cautivada por el misterio y la oportunidad de escapar de su tristeza, aceptó acompañarlo en su búsqueda. Juntos, siguieron al hombre borracho cuando salió tambaleándose del bar. Sin saberlo, El Lobo llevaba consigo el mapa, escondido en el bolsillo interior de su chaqueta.

La lluvia continuaba cayendo, pero para Lucía, cada paso era una nueva esperanza. En la estación de autobuses, la aventura había comenzado, y la promesa de amor y misterio estaba en el aire.

Así, Cafetería Santa Rosa no fue el final, sino el comienzo de una búsqueda que cambiaría sus vidas para siempre.

Yo me tomé un café Baileys y me fui para mi casa. Muy buena atención y servicio por parte de Julio y los demás camareras.

Juan D. G.

Muy buen café y atención. Siempre que paro en Guadix me acerco para echar uno. Visita obligatoria.

Javier D. M.

Atención de 10! Personal amable, trato genial y la comida aún mejor! Repito 100%

Lucia M. C.

Paré a tomar una coca cola, tienen tapas buenas que para hacer tiempo mientras esperas el autobús amenizan la espera
Las camareras muy agradables

Pablo T. (.

Ana E. R. M.